miércoles, 21 de abril de 2010

hopeless


así se siente algunas veces cuando no puedes entrar a una habitación cerrada, ni al corazón de nadie porque calzas el número de la obstinación... necia muy necia, terriblemente herida de celos que desconectan cualquier pensamiento que intente mitigarlos... pensé que conocía ese infierno pero estaba equivocada; quizá por por haber conseguido pensar en ellos, pronto mueran y no podré describir otra vez la inquietud y el ligero temblor en el pecho que se vuelve brasa ardiendo hasta llevarse la respiración ante cada sospecha, cada especulación avivando ese sentimiento con un deleite sin freno que solo vive en la cabeza, maquinando venganza, robando toda tranquilidad alrededor a costa de la propia; no poder sentir nada más que odio por la persona que nos roba en la imaginación que invade el espacio querido que tanto se amó.. y después, de regreso no queda nada más que cansancio, un deseo constante de libertad...